En los municipios de Girardot y Ricaurte, en Cundinamarca, las contaminadas aguas del río Bogotá desembocan en el Magdalena, donde la sequía ha hecho imparable la avanzada del contaminado afluente sobre el río más grande de Colombia.
Según el director de Cormagdalena, Luis Álvaro Mendoza, el caudal del río Bogotá es pequeño (50 m3 por segundo) en comparación con el del Magdalena, que según él, incluso en época de sequía puede llegar a ser mayor.
“El problema es lo que trae el Bogotá, que está demasiado contaminado, y al introducirse, influencia más al Magdalena”, dice el funcionario, y agrega que en noviembre pasado el centro de investigaciones de esa entidad descubrió que a la altura de la confluencia de estos dos afluentes hay un tapón químico de dos kilómetros de largo que penetra sobre el río Magdalena y es altamente eutroficado, es decir, invadido por algas que logran reproducirse en exceso, consumen el oxígeno y provocan la muerte de los peces.
La única solución es que se empiece pronto a mejorar el agua del Bogotá, pues aunque el río no es afluente principal, es el que más contamina al Magdalena, indica el funcionario, quien señala que la Corporación ha construido 55 plantas de tratamiento y se trabaja en la reparación de otras, pero reconoce que se requieren en todos los municipios ribereños.
Allí, a 280 metros sobre el nivel del mar, y tras haber descendido 3.020 metros, hay contaminación del aire, concentración de sedimentos, productos químicos, materia orgánica y tóxicos como cadmio, cromo, mercurio, cinc, arsénico y plomo, según un estudio de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca realizado en 2006.
Sumado a esto, en el mismo sector se ubica una empresa que explota el lecho del río, sacando material de arrastre y causándole desvío al afluente. Asimismo sus vehículos, como volquetas y retroexcavadoras, se introducen, dejando contaminantes como residuos de gasolina y grasa. Sin embargo, Cormagdalena manifiesta que lo hacen cumpliendo todos los permisos y reglas requeridas.
De acuerdo con Nohemí Parra, habitante del barrio Bocas del Bogotá, en la ribera de los afluentes, aunque están ya acostumbrados a los olores fétidos, ahora el hedor es insoportable y temen estar bebiendo agua infectada, ya que los municipios de Girardot y Ricaurte se surten del Magdalena.
Sin embargo, el temor es desestimado por el ingeniero Yean Mauricio Almanza, técnico de Acuagir (Aguas de Girardot), quien señala que la captación está ubicada antes de la desembocadura, por lo que no hay peligro de contaminación del agua que toman los 37 mil habitantes de ambas poblaciones.
Pese a toda esta suciedad, otra situación que parece no preocupar aún a las autoridades municipales es el hecho de que habitantes, entre ellos los niños de barrios como Bocas de Bogotá, Salsipuedes, Puerto Montero, Monguí y Cabrera, se bañen en el agua putrefacta.
Es el caso de Camilo, de 9 años de edad, quien vive en Bocas de Bogotá, justo en la desembocadura. Él salta desde una piedra o baja hasta la orilla y se sumerge, sin pensarlo, en las aguas negras, olorosas y espumosas. “A veces nos metemos con neumáticos y apostamos carreras, sobre todo en vacaciones o los sábados y domingos”, dice, y asegura que no le molesta el estado del río. “A mí no me da olor feo”, afirma.
Habitantes de la zona aseguran que se bañan, nadan o simplemente se meten para pasar hasta la mitad del Magdalena, adonde van a pescar o a coger arena.
Para Manuel Díaz, secretario de Salud de Girardot, este es un tema cultural, al que no se le ha puesto atención especial. “A las personas que se meten a nadar al río no les pasa nada. El cuerpo como que les coge resistencia”.
La encargada de Salud Pública, Érika Ramírez, señala que no se tiene conocimiento de si hay afecciones posibles por el contacto con agua podrida. “Estos tipos de dermatitis no son notificados a ningún sistema de vigilancia. Se sabe de gripas, afecciones respiratorias, afecciones de la piel, pero están clasificadas dentro de problemas con vectores, y para eso sí se hacen visitas de control. Es difícil saber…”, asegura.
El médico Agustín Angarita señala que aunque la piel del ser humano es resistente, tener contacto con agua contaminada es un riesgo muy grande, más si presenta soluciones de continuidad (heridas), que pueden ser la puerta a la entrada de bacterias, hongos o virus.
http://www.elespectador.com/noticias/nacional/toxicos-del-rio-bogota-contaminan-el-magdalena-articulo-617426
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