La noción de acuicultura alude a un conjunto de técnicas que se emplea para cultivar especies de agua, tanto animales como plantas. Se trata de procedimientos que permiten criar organismos acuáticos con distintos fines.
La acuicultura puede desarrollarse en agua salada o en agua dulce. En algunos casos, los especialistas trabajan en condiciones controladas y dispuestas de modo artificial. También pueden desarrollar su labor en el medio natural, interviniendo de distintas maneras.
Es importante tener en cuenta que los orígenes de la acuicultura son muy antiguos. Varios milenios antes de Cristo, en China, ya se desarrollaban prácticas de este tipo, sobre todo con los peces carpa. En la época medieval, la acuicultura comenzó a popularizarse también en el continente europeo.
Cuando la naturaleza lo permite, la acuicultura se desarrolla en lagunas, ríos o mares, por ejemplo. Apelando a distintas estructuras, es posible sembrar mejillones, ostras y otras especies en el fondo marino. Estos sistemas extensivos, de todos modos, no son los más usuales. La acuicultura suele llevarse a cabo de modo semi-intensivo o intensivo, incluso en piscinas o estanques artificiales.
Al desarrollar la acuicultura aislada del medio natural, los especialistas pueden controlar las diferentes variables con mayor precisión, una particularidad que ayuda a incrementar la productividad.
La salmonicultura (el cultivo de salmones y de truchas), la carpicultura (carpas) y la camaronicultura (camarones) son algunas de las variantes más frecuentes de la acuicultura, una actividad de gran importancia económica ya que permite obtener fuentes de alimento y recursos para distintas industrias.